Ni ella ni yo pensamos disculparnos por nuestras palabras. No se disculpa el sol aunque queme ni la luna aunque en ocasiones aterre. Yo amo, todo aquello que pueda ser amable, y como me rehúso a esconderme, he aquí mi escape.

19 feb 2013

Ella estaría bien

Ella bajó la mano. Secó sus lágrimas al viento y suspiró.
Él sostuvo el pañuelo en alto, sabiendo que ella no lo tomaría, permanecía así.
Ella se giró. Lo miró con esos ojos profundos y maduros, ojos que hasta hacia unos minutos habían sido inocentes y dulces.
Él mantuvo el gesto del pañuelo. Esperanzado en, con al menos ese gesto, conseguir su atención.
Ella cuadró los hombros y levantó una mano. No tomó el pañuelo, sino que devolvió la mano que él le tendía a su posición original, en el regazo del hombre, con el puño cerrado y el pañuelo atrapado.
Él no dijo nada.
Ella se inclinó hacia él, le dio un beso en la mejilla, y uno más leve, un simple roce, en los labios. Luego se levantó y empezó a andar. Tenía el mismo vaivén del primer día, hacia ya tanto tiempo, y él supo que iba a estar bien. Que ella iba a estar bien. Pero también supo que él nunca podría estar bien de nuevo.
Y se aterró.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Deja que tus gritos también sean llevados por el viento.